Coaching para Abogados

El sector legal está inmerso en un sinfín de cambios y retos importantes. El abogado necesita ahora adquirir nuevas competencias, no únicamente técnicas, para convertirse en líder, ser un buen comunicador y gestionar sus equipos con empatía y excelencia. ¿Es el coaching jurídico el elixir mágico que buscan los abogados?

El coaching ha venido para quedarse en el sector legal. Los abogados desean avanzar en sus competencias, poner en marcha nuevas herramientas en su práctica y convertirse en el mejor abogado para sus clientes y para el despacho.

De acuerdo con la International Coaching Federation (ICF), la mayor organización internacional que regula la práctica profesional del coaching, es una relación profesional continuada entre coach, persona que imparte el coaching y coachee, persona que recibe la sesión de coaching, que ayuda a obtener resultados extraordinarios en la vida, la profesión, empresa o negocios de las personas. Mediante este concepto la persona profundiza en su autoconocimiento, aumenta su rendimiento y mejora su calidad de vida.

Además de esta definición, el coaching tiene como pilar fundamental el que la persona es completa, creativa y está llena de recursos. Las personas son las expertas en su vida y, por tanto, no necesitan consejos, recomendaciones sino únicamente reflexionar, aclarar y definir los propios objetivos, así como estimular el autoconocimiento.

El coaching es importante en el desarrollo del abogado. El ejercicio profesional es exigente, competitivo y difícil. Por ello, será fundamental contar con recursos y habilidades para poder afrontar con éxito la dirección de asuntos, resolver situaciones en el liderazgo de equipos y gestionar las propias emociones, de la forma más eficiente y eficaz y así lograr el mayor rendimiento del abogado y el despacho.

El coaching aporta habilidades muy necesarias, en el día a día profesional del abogado. Veamos algunas de ellas.

La escucha es fundamental para la práctica del abogado.

La presión, el estrés y la exigencia de los asuntos pueden impedir no realizar una escucha adecuada a lo que cliente, un miembro de nuestro equipo, o un socio nos puede estar diciendo. Las consecuencias de ello pueden ser la falta de entendimiento o comunicación con colaboradores y socios, además de no poder generar empatía y confianza a los clientes.

La escucha activa supone atender no sólo a la comunicación verbal de la persona sino también a su comunicación no verbal. Al cómo dice lo que dice, la emoción que hay en sus palabras, el tono de voz y, en un sentido más amplio, todo lo que ocurre en el entorno, en el transcurso de la conversación.

Un buen abogado ha de contar con la escucha global y activa, ya sea en el despacho, en la reunión con el cliente o en la sala de un juzgado.

Las preguntas son fundamentales en el coaching, y también lo son para el abogado.

El abogado ha de saber preguntar, no sólo para llevar a cabo el interrogatorio en un procedimiento, sino para recabar información en la primera visita con un cliente, para comprender una situación que se está viviendo en el despacho, así como para fomentar la relación con su socio y sus colaboradores.

Las preguntas efectivas son abiertas, buscan obtener información y comienzan por adverbios “cómo”, “qué”, “cuál”, “para qué”, “dónde” y “cuándo”. Son preguntas orientadas a que la persona pueda expresar todo cuanto desea. Preguntas que ayudan al abogado a entender mejor el caso, el funcionamiento del despacho o bien el punto de vista de un colaborador o socio.

El abogado no es una persona sin emociones. Ejercer la abogacía sin emoción suele conllevar la pérdida de empatía con clientes y colaboradores. Especialmente en los inicios profesionales resulta fundamental aprender a manejar el estrés y las urgencias de un despacho, el estado de ánimo de los clientes, y, para ello, no es suficiente blindarse ante las emociones de los demás, sino tener un buen autoconocimiento y una buena gestión emocional.

El liderazgo desde el coaching supone construir equipos cohesionados, en los que a los abogados se les proporcione confianza, autonomía y feedback, para poder desarrollar su carrera profesional en el despacho. Un buen liderazgo supondrá ayudar al despacho a contar con los mejores abogados y ofrecer un mejor servicio al cliente.

Todas estas habilidades son fundamentales en el coaching y en la abogacía. Por ello, el coaching tiene mucho que aportar al sector legal. El abogado desea alcanzar su máximo desarrollo profesional y, para ello, necesita momentos de reflexión y plantearse preguntas que le puedan ayudar a fijar su propia hoja de ruta para su carrera: cómo desea ejercer la profesión, cómo dirigir un despacho, cómo comenzar su andadura profesional o cómo recuperar el soplo de aire fresco y motivación, tras años de ejercicio en una profesión tan exigente y demandante como esta.

En un momento en que la abogacía está llamada a convertirse en una profesión dinámica, con gran impacto social y totalmente adaptada a los nuevos tiempos, el abogado necesita avanzar. El coaching es una conversación de posibilidades, de dirección y de visión a futuro, una conversación muy necesaria en este momento de cambios que vive el sector


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